He conocido el embargo de la libertad
y la esclavitud del aroma
de tu vientre
en noches repletas de claridad.
Aprendí a volar
desde aquella ventana
de la habitación 236 de Isla Griega,
donde pinté soles a base de palabras
y nubes con tálamos de océano.
De tanto morir,
y de tanto rodar, rodar,
al borde de tus huesos
fui a parar a las esquinas.
Me suavizo rodando,
por cielos que no lo son tanto;
vuelo, y vuelo
bajo un techo agujereado
por tacones de aguja,
e intemperies de blonda negra,
y cuando toco suelo
me levanto purificada
como los milenarios muertos;
porque así lo vivo,
y tal vez, así lo he muerto.
Quisiera,
-
Quisiera romper las barreras
de nuestra separación
para abrazarte, amarte
y darte todo mi corazón,
Si amor, vivir la ilusión
que por años vivo c...