21.4.12

Que inmensidad de respuestas rebela la pregunta inacabada...

Desplegar el amanecer, apocalipsis de la patente de mi inconsciente hacia ti, de ti...; ese primer pensamiento impulsado, sencillo y espontaneo, que tras de sí deja el dibujo tenue de una leve sonrisa que apenas inapreciable fecundas desplegando las alas del día.

Te recorro entre el silencio como quien saborea el imprescindible primer café de la mañana y te imagino devolviendome el aroma que entre nuestras almas se conjuga en la mitad de la distancia.

Alargas tus brazos eternos y me rodeo de tu fuerza, mientras sigo latiendo el camino marcado, apretando la vida para que tus fuerzas no persistan, aunque no siempre la fe es amiga y el reloj se desgasta irónico y rebosa los segundos de mi impaciencia furtiva.

Mientras, los zapatos del día caminan...

La sed se cuela en cada grieta buscando nuestra dulce imperfección hedonista, sembrando el arrecife de la casualidad para refugiarnos entre los corales del silencio, del aullido permanente de la necesidad... que nos enferma... me enferma...

Y te haces imprescindible e invisible en la oscuridad de la noche; el relente de tu olor entre mi pelo..., lo siento y de nuevo las lineas se funden codiciandote en el sueño, las hojas caídas no tornearon el árbol y desde su raíz te vuelve a sentir mordiendo mi sangre.

El camino ya volvió a descalzarse...